Madrid 11/10/2018
Los carburantes llegan a la operación salida del Puente del Pilar en pleno ascenso. Así, el precio medio de la gasolina se sitúa en 1,33 euros por litro, mientras que el gasóleo se encaramó a 1,25 euros. En ambos casos, se trata de máximos de los últimos cuatro años para los que no cabe buscar otro culpable que la transmisión fiel al mercado del encarecimiento que experimenta el crudo.
No en vano el barril de oro negro ronda en las últimas semanas niveles que no se veían desde finales del año 2014. Es cierto que esta escalada se debe mucho a factores puramente coyunturales, como las dificultades de producción en Venezuela y Angola, los ciclones, a lo que se suman las sanciones de EEUU a Irán.
Sin embargo, sería un error creer que el alza del petróleo es un fenómeno pasajero. Después de año y medio de su entrada en vigor, el acuerdo entre la OPEP y Rusia para bajar coordinadamente el bombeo sigue plenamente vigente. Es más, Arabia Saudí se muestra satisfecha ante los resultados y todo apunta a que abogará por mantener las limitaciones a la oferta. Pero, además, debe tenerse en cuenta que los efectos del alza del crudo se potencian por coincidir con la depreciación del euro que, a pesar del repunte de la jornada de ayer, retrocede un 8% respecto al dólar desde los máximos de febrero.
En un escenario así los analistas no descartan que el crudo pueda ascender a los 100 dólares, lo que reforzará la tendencia alcista de los carburantes. Conviene vigilar los efectos adversos que esas subidas pueden tener sobre el consumo y el conjunto de la demanda interna, en un momento en el que la economía frena su crecimiento. Sin duda, abogar por nuevos tributos al diésel como pretende el Gobierno no hará sino potenciar los riesgos que para España tiene un petróleo caro.