Los precios del gas tocan máximos de siete meses en los mercados europeos mientras se acerca el invierno.
Carlos Schwartz.
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La dependencia energética alimenta el temor a una nueva crisis entre Rusia y Ucrania y las tensiones en Libia.
Al filo del invierno los precios del gas en los mercados de Europa se han disparado. Este fin de semana han desbordado los máximos de los últimos siete meses. La termia de gas para entrega al día siguiente en el mercado de Reino Unido cerró a 70,35 peniques según datos del mercado lo que representa un incremento del 10% en lo que va de mes, mientras que el precio para entrega a un mes en el mercado virtual de gas holandés TTF llegó a los 28,38 euros por Mwh lo que representa un incremento del 8% solo en este mes. Las fuentes consultadas señalan que el retraso en el frío había mantenido los precios bajos lo que no estimuló la salida de gas de los depósitos por parte de los almacenistas e intermediarios. Esa lectura sugiere que el incremento de precios está reflejando una escasa disponibilidad en el mercado, pero no en almacenes, a la espera de mejores precios. De ser así está claro que el incentivo ya está aquí en la forma de fuertes incrementos de precios en poco tiempo.
Sin embargo, parece un poco más razonable la opinión de otras fuentes en el mercado. Los operadores próximo al “hub” TTF señalan que un elemento de primer orden en la tensión de precios que comienza a registrarse al filo del invierno son las hostilidades permanentes en Libia a las redes de distribución. Un gasoducto libio operado por la empresa italiana ENI no trabaja desde el pasado miércoles. El creciente conflicto entre grupos rebeldes y Gobierno en Libia y los enfrentamientos armados que han obstaculizado la actividad normal en el sector petrolero se ha extendido ahora a las instalaciones de gas.
Grupos de la etnia bereber que exigen mayor representación en el Gobierno han ocupado las instalaciones de ENI en Mellitaj sobre la costa. En ese punto hay una estación de bombeo para el gasoducto Greenstream que lleva el gas a la ciudad de Geli en Sicilia. La empresa italiana es uno de los grandes operadores de gas y petróleo libio.
ENI opera el campo off-shore de Bar Esalam a 110 kilómetros de la costa y el campo continental de Wafa, y las reservas que gestiona permiten distribuir por el gasoducto unos 11.000 millones de metros cúbicos anuales cuando se complete el desarrollo del proyecto de gas del occidente de Libia. Aunque la cifra es insignificante comparada con el conjunto del consumo en Europa una reducción de la oferta en Italia obligaría a los intermediarios a comprar gas fuera sumándose a la demanda y detrayendo disponibilidad a los otros consumidores europeos.
El otro elemento de inestabilidad en los precios es, según las fuentes consultadas, el anuncio por parte de la empresa de gas rusa Gazprom según el cual el Gobierno de Ucrania no ha acopiado suficiente gas como para evitar problemas de suministro este invierno.
La cuestión con Ucrania es que un gasoducto clave de Gazprom pasa por territorio ucraniano, y si el país tiene problemas de suministro por falta de gas en sus depósitos, tradicionalmente ha tirado del gasoducto de la empresa rusa reduciendo el flujo disponible para la exportación al resto de Europa. Una crisis con Ucrania desata muchos temores en el mercado tras el incidente protagonizado en 2009 por ambo países cuando Rusia cortó el suministro a Ucrania por falta de acuerdo en el precio de los contratos para el consumo de gas en el país provocando una escasez de gas en Europa. Mientras que los analistas señalan que la situación actual poco tiene que ver con la de 2009, existe el temor a una crisis que se salga del curso programado que puede ocasionar un serio trastorno al mercado.
Pese a la fuerte caída de la demanda industrial de gas, este sigue siendo un combustible estratégico para el sector de la energía y para el consumo doméstico. No está de más recordar que las empresas europeas de energía presionan de forma intensa a Bruselas, y al Comisario de Energía Gunther Oettinger con quien se reunirán a principios de diciembre, a quien le exigen reformar el régimen de apoyos al sector. Las grandes empresas de gas europeas han denunciado junto con las grandes eléctricas el cierre de 50.000 MW de generación eléctrica basada en gas porque el precio del kilovatio no compensa el precio del gas haciendo inviable la explotación de esas infraestructuras. El pico que ha hecho el precio del gas una vez más coloca en primera línea el problema de la dependencia energética de Europa.
La falta de una política de apoyo al gas ha llevado a que la noruega Statoil, el mayor productor de gas del Mar del Norte, deje de invertir en esa zona para destinar los recursos a la explotación de los campos de Azerbaiyán, lo que crea problemas a Reino Unido cuyo principal proveedor es Noruega. Uno de los agravantes de esta situación es que el gas es un combustible menos contaminante que el fuel y el carbón por sus menores emisiones de carbono motivo por el cual se incentivó la generación por gas en las centrales térmicas y se desarrolló la tecnología de ciclos combinados.
Pese a esta situación y a la debilidad de la demanda, los precios del gas ya protagonizaron el invierno pasado una escalada repentina. Esto hace pensar que intermediarios, operadores y productores mantienen el suministro al mercado en márgenes muy estrechos de tal suerte que cualquier interrupción en el flujo de combustible genere una escalada acelerada de los precios. En cada pico de esos los intermediarios generan unos beneficios extraordinarios. Lo cierto es que al margen de este factor especulativo las empresas de energía han ido tomando distancia del sector del gas reduciendo inversión en el mismo. Un ejemplo de ello es la venta por parte de Iberdrola y Endesa de sus participaciones en el gasoducto Medgaz, a los que se sumó Gas de France Suez. De acuerdo con las grandes del gas y la electricidad “El futuro de la generación por gas está políticamente desamparado. Este obstáculo puede llevar a los grandes inversores en este sector a canalizar los recursos financieros fuera de Europa para el desarrollo de actividades más rentables lo que puede pasar una factura inasumible a la Unión Europea si aumenta la demanda de energía”, señala una fuente del sector.